Del mismo modo que, cuando vemos la insignia de los cuatro aros sabemos que lo que va dentro de ese coche se mide en mucho más que potencia, consumo, comodidad o tecnología, cuando salimos de cualquier concesionario oficial Audi con uno de estos coches entre las manos, sabemos que quienes nos ven, más allá de mirarnos, nos admiran.
Y buena parte de esa admiración nace de la innegable belleza de los Audi. Y es que ese es un factor de entre los muchos que la marca alemana tiene en cuenta, siempre busca la perfección en todas las líneas y contornos de sus coches. Por eso, hoy vamos a centrarnos en la carrocería del prototipo Audi prologue.
La mano de un genio
El exterior del coche ha salido de la mente de uno de los diseñadores más brillantes que pueden encontrarse a día de hoy. Hablamos de Marc Lichte, que ha marcado con su sello personal unas creaciones que ha entendido y cuyo ADN parece compartir.
Las dimensiones del showcar son de 5,10 de longitud; 2,94 de batalla; 1,95 de ancho y 1,39 metros de altura –un poco más bajo y más corto que el A8-. El frontal viene marcado por la parrilla Singleframe, perfectamente integrada en la estructura y por los cuatro aros de la marca. Eso sí, es más ancha y está más abajo que en los coches a los que estamos acostumbrados.
Unas líneas perfectas
Los faros tienen forma de cuña, ancha y plana y tienen las esquinas sobre la parrilla frontal. Con su tecnología láser Matrix de alta definición, ofrecen funciones hasta ahora insospechadas, gracias a esta tecnología, los diseñadores han creado luces con formas similares a las del ojo humano.
Otra novedad son las bellísimas entradas de aire situadas bajo los faros. Un blade de dibujo dinámico separado del paragolpes mediante una ranura da mayor sensación de deportividad. Los spoilers negros hacen que el showcar parezca más ancho y poderoso… Se trata de una delicia para los amantes del motor y de la casa.
Todo en este coche, desde su silueta fluida hasta el equilibrio de sus proporciones, pasando por sus robustas ruedas de 22 pulgadas, atrae la mirada. Y con la mirada, la admiración ante la vista general o ante detalles tales como las aletas, los retrovisores de aluminio, las puertas sin manecillas… Y, claro, una trasera que nos invita al pecado tanto por sus formas como por sus luces… ¡Irresistible!