El seguro del coche es uno de los gastos fijos de todos los conductores. Antes de contratar una póliza, debemos saber qué tipos hay, en qué se diferencian unas de otras y cuál es la más apropiada para cada caso.
Disponemos de numerosos comparadores de seguros en la red. En la mayoría de los casos solo nos dicen cuál es la compañía que ofrece el precio más económico para unas determinadas características. Sin embargo, conocer el nivel de cobertura incluido en una póliza también es importante y, más aún saber si se ajusta a nuestras necesidades y las de nuestro vehículo.
Según el nivel de protección que ofrecen, ordenadas de menor a mayor, tenemos a nuestra disposición los siguientes tipos de pólizas:
Terceros. Es la póliza más básica. Cubre lo mínimo establecido por ley para poder circular con un vehículo. También es la más contratada por los conductores por su precio más barato, según el Observatorio del Vehículo de Empresa, más del 70% de los propietarios de vehículos tienen contratada una póliza terceros básico. Las coberturas que ofrece son:
- Responsabilidad civil: Pagar los daños causados a terceras personas.
- Defensa jurídica: Coste de defensa en juicios y reclamaciones cuando la culpa es de otro.
- Seguro del conductor: Indemnización por daños al conductor y asistencia sanitaria.
- Asistencia en viaje: Envían una grúa a recoger el vehículo asegurado y facilitan el traslado de los ocupantes del mismo.
Terceros y lunas. Además de las coberturas de una póliza a terceros básica, incluye también la cobertura de lunas. Consiste en el cambio de los cristales delantero, trasero y laterales en caso de rotura. Es más interesante que la anterior porque, en casos de catástrofes que afecten al coche daños como inundaciones estarían cubiertos por el Consorcio de Compensación de seguros.
Terceros ampliado. Incluye todas las coberturas de las pólizas anteriores más los daños que se puedan derivar de un incendio en el que se vea implicado el coche asegurado en esta modalidad y en caso de robo.
Todo riesgo con franquicia. Todo riesgo significa que la compañía aseguradora se hace cargo del arreglo del vehículo aunque la culpa haya sido de su conductor. Este es el plus que ofrece con respecto a la póliza anterior, que también indemniza los daños propios. La franquicia es la cantidad de dinero acordada entre el tomador del seguro y la compañía que debe abonar el asegurado para que la aseguradora se haga cargo del arreglo del coche en caso de que sea culpable del siniestro.
Todo riesgo sin franquicia. Es la mejor póliza de una compañía de seguros, la más competa. La aseguradora se hace cargo de las contingencias en las que afecten al vehículo asegurado ya sean daños propios o provocados por terceros sin la aplicación de ninguna franquicia.
Estas son las características básicas de los distintos tipos de pólizas de seguros para coche de las que disponemos actualmente. Ahora, ¿sabrías decir cuál es mejor para ti? Antes de decidirte por una, debes determinar las coberturas que necesitas. Para ello, es fundamental analizar el perfil del conductor, el kilometraje anual que pensamos recorrer, si necesitamos contar con un vehículo de sustitución en todo momento y el tipo de vías por las que vas a circular habitualmente.