El tipo de tracción de tu coche condiciona en parte su respuesta a la hora de frenar, aunque existen algunos aspectos de la conducción con los que puedes mejorar el funcionamiento del sistema de frenado. Toma nota.
Si tu coche tiene la configuración de serie, es importante que evites pisar el pedal del freno suavemente y de forma continuada, para que el sistema de frenado no se caliente excesivamente. Esta clase de detención provoca una mayor fricción entre los elementos de frenada y un desgaste mayor que afecta al desgaste, así como a la distancia de frenado.
Para recorrer un tramo con bajada pronunciada utiliza una marcha más corta. Así se aprovechará el freno motor y se alargará la vida de los frenos. Si a pesar de todo tienes que frenar, pisa y quita el pie del freno intermitentemente.
En el caso de que tu coche tenga tracción total (quattro®), uno de los sistemas de agarre más eficaces del mercado, ten en cuenta que su capacidad de frenado como la de de cualquier vehículo se ve afectada por la adherencia de los neumáticos. Por eso debes tener en cuenta que aunque la aceleración en mojado con este tipo de tracción es excelente, conducir a velocidades excesivas aumenta el riesgo de sufrir un accidente. A una velocidad superior a la aconsejable, las ruedas delanteras pueden llegar a “flotar” -aquaplaning- y contrariamente a lo que sucede con un vehículo de tracción delantera, en la Tracción total (quattro®) no notarás un aumento repentino de las revoluciones y, además, tus neumáticos no tendrán adherencia.