Las luces antiniebla incrementan la seguridad de la conducción en condiciones de poca visibilidad y facilitan tu orientación en circunstancias climatológicas adversas. La aparición de estas luces, hace décadas cuando los grupos ópticos traseros crecieron, trajo consigo un haz de luz que ilumina una zona más amplia de la carretera aumentando tu campo de visión con niebla, nieve o lluvia.
Seguir las líneas laterales de la calzada es -desde su incorporación- más fácil, ahora que tu visión como conductor no se ve distorsionada por los deslumbramientos de los faros de los demás coches. Sin embargo el alto poder lumínico de las luces antiniebla supone un problema cuando se utilizan incorrectamente.
Recordemos que dice el Código de Circulación sobre el uso de las luces antiniebla delanteras y traseras.
Las antiniebla traseras solo se pueden encender en situaciones críticas, de lluvia, niebla, polvo o humo denso porque en condiciones normales, deslumbrarán a los vehículos que circulan detrás. Es más, en caso de retención inesperada, las luces de freno no destacarán mucho sobre las antiniebla, por lo que pueden dar lugar a equívocos peligrosos.
En el caso de que dispongas de luces antiniebla delanteras -no son obligatorias- puedes utilizarlas para iluminar mejor los laterales de la vía cuando haya lluvia, niebla, nieve o polvo. Si no se dan ninguno de estos elementos, solo puedes encenderlas si te encuentras ante una sucesión señalizada de curvas en una carretera estrecha.