Mantener la carrocería en perfectas condiciones es algo que busca cualquier dueño de un vehículo, no solo por la imagen del coche sino porque una carrocería impecable, mantiene el valor de mercado del vehículo. El hecho de estacionarlo a la intemperie, así como las inclemencias meteorológicas pueden hacer que el metal se vea deteriorado por lo que se corre el riesgo de que aparezca corrosión en la carrocería pero ¿a qué se debe?
El acero es el material principal en la fabricación de las carrocerías, gracias a sus propiedades mecánicas y su bajo coste económico en comparación con otros materiales. ¿El inconveniente? La posibilidad de corrosión.
Este fenómeno químico se debe al efecto que tiene el oxígeno sobre el acero que, al entrar en contacto, configura una capa de óxido de hierro que provoca el deterioro de la chapa y reduce sus propiedades mecánicas y físicas, lo que puede provocar una disminución de la estructura del vehículo.
Con el fin de evitar este deterioro, es importante tener en cuenta la protección anticorrosiva desde el inicio de la fabricación del coche, por lo que es deseable que la carrocería se diseñe con el menor número posible de piezas para evitar la exposición de las zonas soldadas a los agentes atmosféricos y así evitar la entrada de humedad y polvo en las partes internas del vehículo.
También es importante el estudio de otros aspectos tecnológicos que puedan evitar la aparición de óxido, ya sea la sustitución del acero por otro material que no presente el problema de la corrosión como aluminio o plástico, empleo de revestimientos metálicos para la protección del acero (los tratamientos con zinc son los más empleados) o la aplicación de productos que actúen como barrera de protección y lo aparten de las agresiones externas.