Hace unos años que el boom de los vehículos eléctricos se coló en los mercados erigido como el estandarte del cuidado al medio ambiente. Así, está siendo presentado en ferias y salones del autómovil como el nuevo utilitario del futuro, comprometido con unos niveles bajos de emisiones y con numerosas ventajas a tener en cuenta, como su motor silencioso que reduce la contaminación acústica. Todas éstas, y muchas más, fueron las cuestiones analizadas por Ademe un estudio desarrollado por la consultora PE International y Gingko 21, pero añadieron otras variables dignas de tener en consideración a la hora de valorar qué vehículo contamina más: uno eléctrico o uno de gasolina y diésel.
El objetivo de este exhaustivo trabajo es entrar en detalle de desafíos globales como el cambio climático o la dependencia energética, pero también de otros desafíos concretos como la mejora de la calidad del aire en la ciudad, un apartado en el que juega un papel destacable el coche eléctrico. Los fabricantes de automóviles mundiales ya están implementando esta nueva solución de movilidad y, además, los gobiernos ofrecen ciertos incentivos en el impulso y desarrollo de este sector, de ahí la importancia de esta investigación en la que se establece una comparación de las evaluaciones ambientales de los vehículos eléctricos y los vehículos de gasolina y diésel.
Se trata de un Análisis de Ciclo de Vida (ACV) de los vehículos, completado con un resultado de perspectiva sobre estos temas: la contaminación local y el proceso de fabricación, es decir, qué materiales se emplean para la elaboración de las piezas. Y es que, si bien el coche eléctrico es más eficiente en cuanto a su uso diario, su proceso de fabricación sí implica un mayor consumo energético. También en emisiones de CO2 parece que sale perdiendo el eléctrico, aunque la investigación de Ademe señala que este factor se va equilibrando con el tiempo, ya que según aumenta el kilometraje del coche se va compensando esta cifra frente a las elevadas emisiones de los motores de gasolina.
El trabajo -que se puede consultar íntegramente en la web de Ademe – incluye numerosos apartados, comparativas y variables que contribuyen a realizar la comparación entre uno u otro, por lo que resulta complicado extraer una conclusión muy precisa. En líneas generales, se aboga por las ventajas de los eléctricos, a pesar de la importancia de modificar las cargas de sus baterías, pero también se lanza una recomendación: la urgencia de optimizar la eficiencia de los gasolina. Y ya que el compromiso con el medio ambiente es una tarea global, los autores de la investigación insisten en el hecho de que Europa debe descarbonizar su electricidad, por ejemplo a través de energías renovables. Así, quizá en un futuro podamos disfrutar de una conducción más respetuosa con nuestro planeta.